Lucrecia de León, una mujer condenada por soñar

Haruki Murakami

¿Sabemos lo que son los sueños? Un mundo fascinante y desconocido, dentro de nosotros mismos. Nos gusta soñar, quisiéramos dominar nuestros sueños, idear bonitas historias que nos liberen de la carga diaria de nuestra realidad. Pero no podemos controlarlos y mientras vivimos en ellos, todo nos parece lógico y real, pero al despertar se esfuma, y lo que queda en nuestra memoria es una mezcla caotica de imágenes sin sentido, o… con un sentido que nosotros no sabemos darle.

El caso es que, sean buenos o malos nuestros sueños, a nadie le debería importar, pero claro, si estos sueños involucran a otras personas y, sobretodo si acaban cumpliéndose, entonces es algo que debe de molestar bastante, aunque no tengamos la culpa de soñar lo que soñamos.

Y esto es lo que le pasó a Lucrecia de León, una mujer que fue condenada por soñar. Si, bueno, la verdad es que sus sueños era lo que hoy llamaríamos “políticamente incorrectos”  y Lucrecia acabó siendo una víctima de la intransigencia de su época.

lucrecia1

Vamos a ver quien era Lucrecia:

Nació en Madrid, en el año 1567 y era hija de un humilde trabajador del estado, asi que, como era normal en esta época para las mujeres, no tuvo ningún tipo de educación.

Desde pequeña empezó a mostrar una gran capacidad para recordar sus sueños y, con ayuda de su madre, ya q su padre se oponía a ello y llego a prohibirle tener ningún tipo de sueño y mucho menos hacerlos publicos, empezó a comentar sus sueños y profecias a quien quisiera pagarle con una buena cena.

 Con 16 años entraba al servicio de una dama de la corte y tuvo oportunidad de conocer al rey Felipe II y a su hijo, el futuro Felipe III. Por este motivo desarrolló un mayor odio hacia la monarquía y hacia todos los nobles y poderosos que vivian del despilfarro mientras el pueblo se cubria de miseria.

Don Alonso de Mendoza, un clérigo nada partidario de la política del rey Felipe II, se enteró de las facultades de Lucrecia y, a cambio de su protección espiritual y económica, empezó a redactar los sueños que Lucrecia le contaba.

Despues, él los interpretaba, y los difundia según sus propios intereses, que no eran otros que sembrar el desconcierto y pesimismo respecto a la política del rey.

Don Alonso de Mendoza era canónigo de la catedral de Toledo y miembro de una familia de Grandes de Castilla. Pertenecia a un grupo de nobles que se oponían a las grandes aventuras extranjeras en que los Austrias habían introducido a Castilla y todo lo que pudiera ser usado contra el rey llamaba su atención.

Lucrecia no se enteraba de nada de esto pero, si alguna vez había dudado, su madre la instaba a seguir con ello ya que solo acertaba a ver el beneficio económico que le reportaban las narraciones de su hija y no se daban cuenta del peligro que suponía oponerse al monarca.

Las opiniones entresacadas y manipuladas de los sueños de Lucrecia, tuvieron mucho éxito y en algunos casos coincidían tambien con algunas predicciones de otros videntes de la época, como en el caso de la “derrota de la flota española” . Pero el gran problema vino cuando esta profecía se cumplió y la gran “Armada Invencible” fue derrotada en las costas de Inglaterra, en este momento el asunto empezó a ser peligroso. Predijo también el regreso de los musulmanes a la península, lo que suponía tener que volver a empezar la reconquista del territorio, como en siglos anteriores. Y lo peor del caso es que, todas estas desgracias, apuntaban como responsable al rey Felipe II, que como es natural, ordenó la detención de todo el grupo.

armada invencible

Se conservan todavía las anotaciones realizadas por Alonso Mendoza de aquellos sueños, y es sorprendente la gran cantidad y extensión de ellos. Solamente en el mes de marzo de 1588 Lucrecia afirmó haber tenido 39 sueños proféticos (iba a mas de un sueño diario) y en enero de ese mismo año se registran 35. Lucrecia afirmaba que ella solamente soñaba y que no entendía su significado, por su parte, don Alonso decía creer en la inspiración divina de los sueños y que el tan solo era su transcriptor.

No sabremos nunca que porcentaje en la creación de los sueños tenia cada uno, seguramente ninguno de los dos se creía nada y que ambos se aprovecharan mutuamente para conseguir sus propósitos.

Entre sus sueños podrían citarse infinidad, pero he aquí uno de ellos: corría el otoño de 1580, la joven tenía sólo 12 años. Eran los días en que Felipe II viajaba a Lisboa para reclamar el trono de Portugal. El Rey enfermó de gravedad en Badajoz. En sueños vio Lucrecia un cortejo fúnebre en la ciudad extremeña. Intrigado, su padre le preguntó si la persona que llevaban a enterrar era el Monarca, pero Lucrecia lo negó. Sin embargo, semanas más tarde se supo que la reina Ana de Austria había fallecido en el lugar del sueño.

Su padre hizo que su madre alzase las faldas de Lucrecia y la sujetase, y con un vergajo golpeó sus nalgas desnudas hasta que saltó la sangre, ante la mirada horrorizada de sus hermanos, que, como ella, lloraban a gritos.

Yo te enseñaré lo que valen tus sueños —exclamaba con rencor su padre, a cada golpe que le daba.

Sin embargo, Lucrecia no podía dejar de soñar.

Su madre, Ana Ordóñez,  habló con el cura de la parroquia y éste le dijo que pidiesen a Dios que le quitase los sueños, pero los rezos diarios y las devociones de la madre y de la hija no tuvieron la respuesta que pretendían y los sueños no dejaron de acosar a la muchacha.

Ya he dicho que Lucrecia repetía sueños con el Rey. En uno correspondiente al 10 de marzo de 1580 hay un letrero en el que lee, entre otras cosas:

«¡Pobre de ti, que tuviste la oportunidad pero no llegaste a comprender ni a hacer lo que es digno de un Rey».

En relación con la Iglesia, sueña con una viuda sin manos, porque la Iglesia no ayuda a los pobres, sino a los ricos.

En esta sociedad supersticiosa, donde mucha gente creía que los sueños de Lucrecia eran directamente de inspiración divina, solo era cuestión de tiempo que la Inquisición apareciera en escena.

inquisición

El 20 de mayo de 1590, los inquisidores entraron en casa de Alonso de Mendoza donde encontraron y confiscaron unos treinta cuadernos que contenían los sueños de Lucrecia y varios papeles sobre la perdición de España, o sea material muy sospechoso de corresponder con un caso de sedición.

Lucrecia, Alonso de Mendoza, fray Lucas Allende  y otros asociados fueron detenidos cinco días después y encerrados en la cárcel de la Inquisición toledana.

El proceso duró unos 5 años y en ese tiempo no se pudo obtener una inculpación verídica por parte de Lucrecia. La defensa parece que fue planeada entre los miembros. Lucrecia siempre se presento como una mujer ignorante que había sido utilizada por fray Lucas de Allende y Alonso de Mendoza. Sin embargo, se demostró en el proceso que Lucrecia sabía leer y escribir con soltura y que sus conocimientos eran bastante abundantes. Los conocimientos que poseía Lucrecia, tuvieron que deberse a una gran inteligencia que le dotó de una enorme capacidad de memoria, permitiéndole contar con grandes conocimientos sobre todo tipo de temas. Sus nociones acerca de política se vieron influenciados por las aportaciones de su padre, del contacto con diversos personajes de la corte, así como de su propia experiencia en ésta.  Los otros acusadores menores como Vitores y Casaos manifestaron no haber creído nunca en los sueños de Lucrecia y apenas haber intervenido. Allende acusó a Mendoza de ser el verdadero cerebro de la agrupación y Mendoza se defendió diciendo que era un ultraje su detención e intentando conseguir el apoyo papal para su excarcelación.

Pero Felipe II no era un rey que se andara con tonterías y el inquisidor encargado del caso se vio obligado a dimitir cuando dio muestras de querer absolverla.

Durante el proceso se cambio de jueces y de casi todos los funcionarios por una serie de irregularidades que se dieron. Los nuevos jueces fueron más duros que los anteriores y Lucrecia fue sometida a tortura varias veces, pero no se consiguió a penas nada. Solo se avanzó algo en una ocasión que dijo que los sueños habían sido una mentira creada por Mendoza y Allende o en la que ella no había tenido nada que ver y en otra ocasión admitió haber inventado ella también sueños. Esto contradecía a sus confesiones normales en las cuales había mantenido que los sueños eran reales y no una creación de nadie. Sin embargo, siempre volvía a la postura inicial y nada se pudo conseguir.

 Los jueces discutieron sobre el origen de los sueños y sobre si estos eran o no reales. Se llego a la conclusión que habían sido una invención y que por lo tanto no eran ni de origen divino ni tampoco demoníaco. Se decidió que todo había sido una trama de sedición en contra del monarca.

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La vida en prisión fue muy dura para Lucrecia, que para colmo de males, descubrió que estaba embarazada de Vitores, uno de sus seguidores, quedando así manchada su aparente castidad y reputación.

Al final, Lucrecia junto al resto de conspiradores, fue declarada culpable.

Entre otros delitos se le consideraba culpable de blasfemia, falsedad y sacrilegios así como de sedición, por supuesto, también la condenaban de hacer un pacto con el demonio.

Tras sufrir un auto de fe público, fue castigada a 100 azotes (que por ausencia del verdugo se pospusieron una semana),  dos años de confinamiento en un convento, (que no fue fácil de encontrar ya que debía pagar la manutención y alojamiento tanto de ella como de su hija)  y el exilio permanente de Madrid. Una pena muy suave, teniendo en cuenta que el mismísimo rey iba contra ella. Esto demostraba el apoyo que había conseguido Lucrecia en la Corte.

Salió de prisión en 1595, pero ahí no terminaban sus desdichas. Su familia la había abandonado y se encontraba sola con una hija pequeña que nunca había visto la luz del sol y solo conocía cucarachas y ratones como amigos de juegos. Tuvo que ingresar en el hospital San Lázaro de Toledo, habitado por mendigos y personas con enfermedades contagiosas. Pasó después al de San Juan Bautista donde el contagio no era una amenaza constante. La huella de esta mujer, de la que se dijo que era bella, se pierde al ganar la libertad. ¿Mendiga? ¿Prostituta? ¿Criada? Se ignora que camino tomó.

Pero todavía hoy se discute la autenticidad de sus sueños. Sus declaraciones de ser una inocente doncella que no entendía nada de lo que soñaba se contradice con las afirmaciones de los que la conocían bien, que la describen como una mujer despierta y muy inteligente, que parecía meditar cada palabra que salía de su boca.

Es posible que hubiera un poco de todo, que Lucrecia se inspirara en sueños reales (arreglándolos un poco) y que sus transcriptores incluyeran también algo de su propia cosecha, pero también pudiera ser que los sueños fueran el reflejo de una mentalidad muy imaginativa, cargada de un profundo odio hacia el rey inculcado primero por su propia familia y vivencias y luego por sus consejeros.

La Iglesia, a través del tiempo, reconoció a videntes que estaban en su seno, como Deborah y Judith en el Antiguo Testamento o, ya en el Medioevo, Hildegarda de Bingen, Brígida de Suecia y Catalina de Siena, que llegaron a ser canonizadas. Ya en el siglo XV, la Iglesia se mostró cansada de lo se llamó «el entusiasmo de las mujeres». El mensaje divino se transformó en mensaje diabólico, un cambio que encendió muchas hogueras.

 Una excepción fue Santa Teresa de Jesús, a pesar de que no faltaron teólogos que mostraron dudas sobre su ortodoxia. Claro que andando el tiempo las cosas se pusieron mejor para algunas videntes que se convirtieron en consejeras espirituales de príncipes y reyes, como sor María de Agreda que lo fue de Felipe IV. Pero todas eran lo suficientemente listas como para no meterse en política.

 Lucrecia fue más profeta laica que espiritual.

Eva del retablo de Van Eyck

No se sabe cómo era físicamente Lucrecia, se sabe que era morena y de ojos castaños y que su madre la comparo con la Eva del retablo de Van Eyck y que era una muchacha frágil, que durante la década de los 80 del siglo XVI pasó una especie de depresión en la que sus sueños disminuyeron considerablemente. Sin embargo, a pesar de su belleza, con 21 años aún no estaba casada, algo bastante extraño en la España de la Edad Moderna donde las muchachas se solían casar temprano. Parece ser que el motivo de que no se casara era porque su padre no había sido capaz de reunir una dote, algo que en sus sueños estaba muy presente y que indirectamente también se vio afectado Felipe II quien tampoco había casado a su hija predilecta Isabel Clara Eugenia.

Posiblemente el resto de su vida fuera muy dura, sola, sin recursos y madre soltera. Triste destino para una soñadora.

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3 pensamientos en “Lucrecia de León, una mujer condenada por soñar

  1. lucrecia leon

    Que terrible destino tuvo tan sola y castigada . Que ignorantes somos los seres humanos que cuando no comprendemos algo lo castigamos. En vez de apreciarlo.

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  2. lucrecia leon

    me gustaría hablar con la autora del articulo, emejotapejota.si es posible me facilitan un e-mail o su Facebook. muchas gracias

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