Por M.J.
A veces parece que los lugares tienen alma, tienen memoria, guardan en su interior la esencia de los hechos que en ellos sucedieron. Testigos mudos de historias pasadas, devuelven los ecos de escenas perdidas en el tiempo y en la memoria para hacernos sentir, a los que por allí pasamos, la angustia vivida en aquel mismo lugar años atrás.
Hay quien pregunta por qué las impregnaciones siempre son tristes, ¿por qué los lugares no guardan recuerdos alegres? Por qué siempre se habla de lugares con muertes, tragedias, guerras… ? Yo creo que no es que solo guarden estos malos recuerdos, creo que sí que hay lugares impregnados de muy buenas energías, pero … estos lugares no les importa a nadie, como en las noticias, solo es noticia lo malo. ¿Acaso nunca habéis sentido felicidad estando en algún bonito lugar, en alguna casa alegre que irradia esa sensación de armonía que da ganas de reír y olvidar nuestras penas por un rato? Claro que las maternidades en los hospitales son lugares felices donde debería quedar impregnada esa alegría aun cuando el hospital caiga en desuso, pero siempre se prefiere y se da más importancia a la morgue o a las salas de enfermos terminales, porque allí, la tristeza, la angustia, nos recuerda que algún día moriremos, y eso nos da miedo.
Por muy valientes que queramos ser, la muerte siempre nos da ese miedo ilógico, irracional ante lo desconocido. No sabemos qué pasa después, no sabemos lo que se siente al morir, nos atrae una curiosidad morbosa porque sabemos que no podemos escapar de ello. Y a la búsqueda de esta respuesta acudimos a lugares impregnados de esta sensación, lugares que, tal vez, guardan almas perdidas o algún eco lejano que quiera responder a nuestras preguntas.