«Mors certa, hora incerta», reza un proverbio latino. Todos sabemos que vamos a morir, pero el hecho de no saber cuándo nos da alguna esperanza y abrazamos de alguna manera el sueño de la inmortalidad, para acabar adornando los nichos con cadáveres compuestos en su mayor parte de silicona. Cada vez repudiamos más la muerte y la ciencia ahora se esfuerza en desvelar los misterios que encierra el momento final del ser humano y hacer que sea lo más digno posible.